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CUANDO RODAR ES SOLO EL COMIENZO

Hay rutas que uno planea con mapas. Y hay rutas que uno ni siquiera sabe que está buscando, hasta que arranca en la moto y algo en el pecho se empieza a mover.

Eso se sintió en el primer Rally Harley-Davidson hacia Ciudad Perdida de Falán. Un viaje que empezó con el encendido de las motos, pero terminó con algo mucho más profundo: la sensación de haber encontrado un lugar que no está en los mapas. Está en nuestra comunidad.

Rodar no era suficiente esta vez, había que ir más allá. El encuentro de todos fue en Mariquita. Desde Bucaramanga, Medellín y Bogotá llegaron Harlistas con la misión de explorar un destino perdido entre montañas, selva y silencio.

No era una rodada cualquiera. Esta vez lo hicimos con las personas que más queríamos.

Porque esta historia no fue solo de motores. fue de familias, de abrazos al llegar, y de sentir como pocas veces, certeza: la seguridad de que los recuerdos que se estaban guardando valían más que cualquier otra cosa.

La Ciudad Perdida de Falán no es fácil. No se deja conquistar tan ligeramente como una curva en carretera. Exige caminar durante casi cinco horas, entre árboles espesos, barro, piedras y el sudor que uno cree haber olvidado entre tantas semanas de oficina.

Pero ahí está la esencia.

Esa mezcla brutal y sin filtro entre la adrenalina de la moto y la humildad del camino a pie.

Un recordatorio de la naturaleza para mostrarnos también los momentos en los que no vale la pena acelerar.

Cada parte del Rally fue pensada anticipada y detalladamente: desde el kit de bienvenida hasta los espacios de descanso, cada gesto hablaba ese idioma Harley-Davidson que conocemos.

El idioma del cuidado, de la hermandad, del lujo de tener el tiempo en las manos y no deberle explicaciones a nadie.

Y mientras unos subían a la Ciudad Perdida, otros compartían risas, historias, cervezas y café, en un hotel que se volvió el epicentro de algo más grande: una comunidad que se elige una y otra vez.

En Colombia, Harley-Davidson está escribiendo una nueva página. Y no se trata de llenar estadios con motos. Se trata de algo más difícil: crear experiencias que se sientan. Que muevan. Que se recuerden.

Este Rally fue eso. Una muestra de que no necesitamos cientos de motos para construir algo grande. No necesitamos permiso ni fórmula para hacer las cosas desde lo que somos en esencia. Lo real prevalece, punto.

Vamos por un evento país en 2026. Y no es un sueño. Es un plan. Uno que ya empezó a rodar. Lo que viene no está escrito, pero sí está claro.

La esencia de Harley-Davidson es un pacto entre quienes no aceptan lo común. Entre quienes prefieren el vacío de saltar a algo desconocido que la seguridad de lo predecible. Entre quienes saben que la ruta es tan importante como el destino.

Este fue solo el comienzo.

La próxima historia, la escribimos contigo.
Y sí: va a ser brutal.